martes, 24 de mayo de 2011

Dr. Johnny de los osciladores rotos

Este blog nunca había tenido un abandono tan grande en su historia (casi cuatro meses sin escribir nada) justo cuando está por cumplir sus primeros tres años de vida, y a pesar de que pareciera que lo pretendo abandonar no es así, esta primer mitad del mes ha sido grandiosa y hay mucho que contar.

Hoy para reanudar el ritmo traigo una historia de amor analógico, porque no llega a lo digital y es que recientemente me hice de un Roland Juno 106 que al parecer no recibió el cuidado que le era bien merecido y ansiaba por una restauración digna. Quienes me conocen saben el gusto que tengo por los sintetizadores de todo tipo con especial énfasis en lo analógico (en Maddevi había empleado analógicos virtuales desde el inicio) y recientemente pude hacerme de mis primeras piezas auténticas de hardware musical. Este modelo de sintetizador es todo un clásico de 1984: es más viejo que yo y hace cosas extraordinarias que sus actuales hijos de la serie Juno jamás lograron igualar.

Fue así como decidí rescatar a este gigante de poco más de 10 kilos cuyo diagnóstico actual no es muy satisfactorio. Síntomas: teclas muertas, un chip de voz muerto, batería muerta, memoria muerta y le faltan tapas en los controles (casi nada, jaja). El problema ahora reside en encontrar las partes faltantes, dado que al ser un equipo viejo y cuyas piezas obviamente están descontinuadas, habrá que pedir seguramente de algún otro país.



Nunca me había metido en la aventura de restaurar un equipo como en esta ocasión, el proceso será largo y lleno de trabajo y paciencia pero demostrando mi amor al arte me he propuesto dejar en las condiciones que se merece un campeón de su talla; el día que vuelva a lanzar su fuerte rugido vendré a mostrarles de lo que es capaz. ;)