martes, 14 de junio de 2016

Me salió un fuego

Me sentí mal y fui al doctor. Llevaba unos dolores intermitentes en el pecho, a veces acompañados de taquicardias y eso comenzó a desconcertarme. Anita me dijo que era normal por la altura de esta ciudad a la que me acabo de mudar, la ciudad que parece un sueño debajo de una nube de gas gris con la polución de millones de granitos de papel carbón miniatura, qué terrible. Luego recuerdo cuando me decían de niño que el carbón era en composición lo mismo que un diamante y pienso en la posibilidad de que estas partículas de contaminantes pudiesen brillar si se les bañara con un rayo de sol desde el ángulo correcto. Entonces dejaría todo de ser gris, se convertiría en un cielo multicolores y el mismísimo arco iris tendría la envidia de no ser él quien se robe todas las miradas de quienes pasan caminando por las calles.
El médico en turno me diagnosticó un fuego, y yo pensé en uno de esos fuegos tan irritantes como pequeñitos, la herpes molestosa que brota junto a los labios cuando las defensas andan bajas. Pero no, no era uno de esos fuegos, era más bien como una masa pesada de magma bien aferrada bajo el tórax. Parece ser que con el mismo calor, la masa se fundió y terminó por adherirse a mis costillas como un queso derretido, quizás a mis pulmones; siento que con cada respiro la bola de magma se hace más grande y luego más pequeña, siento la respiración lenta y luego me da por toser involuntariamente para ver si así me compongo.
Los espasmos se han vuelto recurrentes. Ni siquiera la medicina moderna con su exorbitante lenguaje científico tiene un nombre preciso para este síndrome y decidieron llamarle así, fuego, así nomás como el que los volcanes escupen cuando hacen erupción en medio de su furia.
Me han dado dos cajitas de analgésicos con su debida receta manuscrita en una letra terriblemente ilegible. También la indicación cuidadosa del doctor de no exponerme tanto a las palabras, cuando menos a las más peligrosas; es que a veces las personas llevan diminutos granos de pólvora en el aliento y no sabemos cómo podría resultarme si lo inhalo en estas condiciones. El resultado sería imprevisible, no sabemos si pueda iniciarse una chispa, reventar e implosionar desde el centro hacia las fibras musculares como una reacción en cadena, así hasta fraccionar la piel en pequeñas porciones carentes de forma, como la porcelana que se quiebra ante un descuido del niño que jugaba donde no debía.
No sabemos si se iniciaría así el fin del mundo, no sabemos cómo se cure esto. Mientras tanto ando por ahí, tosiendo y disimulado los malestares. Quizás al igual que la mismísima lava, tan sólo sea cosa de dejarlo que se enfríe, que se haga piedrita como un carbón negro. Total, algún día debería convertirse en diamante.

martes, 10 de mayo de 2016

Hoy me pusieron a bailar

La instrucción fue muy clara: sigue el ritmo de la música, mueve tu cuerpo tal y como si quisieras interpretar lo que está entrando por tus oídos. Comencé con una titubeante flexión de rodilla mientras la cadera intentaba recibir el ritmo en forma de señales como choques eléctricos que venían desde la mente, bajando por la espina dorsal. Fluye, fluye como si no hubiese lineamientos, sin importar que tengas dos pies izquierdos. Desplacé la pelvis hacia adelante y los hombros se bajaron, de pronto el peso se desvaneció y bajó por los brazos hasta la punta de los dedos, donde se vaporizaron como gotas de alcohol a la intemperie.
Bailé como los dioses, sin forma ni desatino. ¿Para qué quieres patrones? Aquí no hay ritmos cuadrados ni reglas a seguir. ¿Hasta dónde te van a llevar las líneas que te guían si las ves desapareciendo en el horizonte? No lo sabemos, pero es un mal hábito al que estamos tan acostumbrados, una tensión en la quijada que cede al olvidarnos de quien somos o quienes creíamos ser en un mundo plagado de monstruosas apariencias. Nos sabemos más sabios y capaces y con eso es suficiente. La sonrisa fue natural, el aire más puro. No noté el cansancio pero sí la risa.
Y así la vida, como una pista de baile donde no importan los premios, mucho menos los espectadores.



Ahora cuento las horas para lanzar del nido a nuestro nuevo hijo (Alba, que más bien tiene nombre de hija) y que comience a volar por sí solo aunque más bien se siente como lanzar la casa por la ventana. Cuando terminamos las grabaciones me sentía exhausto, con las baterías agotadas y anímicamente terminado pero sabía que es algo que teníamos que hacer. Dejamos en esas pistas un pedazo de nuestras vidas, una evidencia de nuestro crecimiento. Desde entonces no ha habido un solo día en que no lo escuche al menos una vez para mí mismo y puedo decir que cada vez lo disfruto más.
Alguna vez leí una entrevista (si mal no recuerdo, a los integrantes de The Mars Volta) donde decían que al finalizar un álbum siempre se quedaban ellos con él, lo hacían suyo y después lo entregaban al público para terminar así deshaciéndose de él. Más o menos así me siento y sé que cuando entregue esas canciones lo haré con toda la alegría, la satisfacción y el honor que se merecen.
Mis proyectos y ambiciones siguen creciendo. Tengo fija la mirada y sé por dónde ir, aunque el destino me lleve por otros rumbos que aún desconozco pero que sin duda disfrutaré también de recorrer.
La fotografía de arriba me la tomaron a inicios de febrero en una de las sesiones de grabación que tuvimos. Puedo ver claramente que lucía desalineado, quizás cansado, con el cabello exigiendo un poco de orden. Pero si vemos eso, no estamos enfocando la parte más importante del cuadro: es un hombre que está riendo con un vaso de cerveza acompañado por sus amigos, sonriendo porque está haciendo lo que más disfruta: crear algo en lo que cree con sus propias manos.
Seguiremos bailando, desconozco las circunstancias, los lugares y los acompañantes. Aunque llevemos rumbo dirigido, la aleatoriedad de cada instante nos lleva a nuevos terrenos desconocidos. Pero eso no importa mientras no dejemos de bailar.

miércoles, 2 de marzo de 2016

El regreso, con la sonrisa bien puesta

Hoy fue un buen día, uno de esos que uno no quiere dejar que se pierda bajo el caprichoso paso de los calendarios. No era para menos, pues hoy se presentó públicamente el videoclip del nuevo sencillo de Maddevi, 'Estás Ahí'.

Este blog vio nacer nuestro proyecto musical desde sus raíces y me pareció buena idea dejar constancia aquí de nuestro regreso; hacía más de tres años que no publicábamos una canción nueva y el crecimiento que ha habido desde que lanzamos nuestro primer disco se hace evidente. Eso es meramente lo que me hace sentir feliz, lleno de satisfacción.

El proceso de creación, tanto de la canción como del video, es una de las experiencias más gratas que he tenido y apenas un paso hacia cada vez algo mejor. En unas semanas tendremos el disco completo aquí, listo para ser compartido. Mientras tanto, dejo aquí el video y le agradezco a usted lector por darle una vista y compartirlo con quien usted más lo desee.


El audio está disponible para descarga gratuita en el canal de SoundCloud de Maddevi.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Live from the Satellite Mind


(Foto de @pausweety)

Seré muy sincero: siento que me he desconectado tanto del mundo que ya no me acordaba de que ayer era el concierto de Metric, para el cual había comprado boleto desde que se anunció. Cierto, es irónico e incluso me aterró un poco cuando me di cuenta de eso, ¿en qué momento perdí el entusiasmo para salir a ver a una de mis bandas más favoritas de siempre? Porque así de catastrófica es mi confesión, llegué a considerar revender mi boleto porque simplemente no tenía los ánimos suficientes para ir, y mi situación financiera está tan rota que después de haber comprado ese boleto me percaté de que era un verdadero atentado contra mi ya nula estabilidad económica.
No calenté para el concierto, apenas le he dado un par de vueltas a su más reciente álbum pero no me puse a escucharlo con detenimiento; tampoco escuché lo suficiente a Rey Pila, que también tienen una reciente producción discográfica que suena tremenda.
Me voy a perder a Chromeo y especialmente a Death From Above 1979 en el Corona de este año, otros dos de mi top más básico, de esos artistas que te formaron musicalmente en tus inicios. No son cualquier banda para mí y Metric figura también en el estrado de mis figuras representativas de toda una época. No me podía ir con las manos vacías, vaya.
Por la noche nos cayó una emergencia de trabajo de último minuto y una llamada portadora de otras malas noticias, pero ya tenía mi boleto. Al carajo lo demás, me tomé un whisky, me encimé una chamarra y salí al lugar del evento que para suerte mía está como a un kilómetro de mi casa. Ya no había nada que perder, llegué a hacer dos filas que parecían interminables: una para entrar al recinto y otra para comprarme una cerveza. Esta última fue tan larga que desde ahí escuché la mitad del set de Rey Pila. Comprobé que los pronósticos del sonido del lugar eran ciertos: sonaba terrible. El BLMS no tiene un entorno acústico que le favorezca en lo absoluto y el ingeniero no ayudaba en lo más mínimo; odio esa idea de "entre más fuerte suene, mejor" y los bombos sonaban tan fuerte que sentía que mis oídos estaban por estallar, los micrófonos no paraban de viciarse. Las frecuencias bajas son asesinas para el oído humano y al momento de redactar esto, los oídos me duelen todavía.
Con la cerveza en una mano y mi chamarra y el cartel de cortesía en la otra, caminé hasta encontrar un lugar con buena vista y donde el sonido fuera menos agresivo en lo posible.
En el breve espacio que hubo entre las dos agrupaciones, me encontraron algunos amigos y así fue más llevadero el resto del evento. Los cuatro integrantes salieron al escenario vistiendo unas máscaras de animales y arrancaron con Lie, Lie, Lie. Para mi fortuna el setlist fue muy variado y no sólo se enfocaron al nuevo disco. Yo iba tan frío que cuando empezaba una canción a veces no lograba identificarla de inmediato sino hasta el estribillo, pero logré ir recuperándome a lo largo del concierto y terminé por disfrutarlo bastante. La más agradable de las sorpresas para mí fue Satellite Mind, que la escuché a flor de piel y Black Sheep, que tampoco la veía venir. Otros momentos clave fueron la versión minimalista de Gimme Sympathy y el cierre emotivo con Breathing Underwater. Una parte de mí estaba aún esperanzada con escuchar Dead Disco, esa parte que se aferra al Old World Underground: el título perfecto para esos días de hace diez u once años cuando los descubrí en la radio de Yahoo!, era como querer saldar una deuda que me quedó por escuchar esa canción a medias cuando vinieron en 2008; mi parte más realista sabía que eso sería difícil hasta para el artista mismo: las canciones también se van quedando atrás para dar paso a cosas nuevas que florecen. Reconectarme con esas letras y esos riffs que hacía tanto que no escuchaba me resultó terapéutico y sentí cómo se serenaban los mares enfurecidos a mi alrededor. A pesar de haber dormido poco, hoy me levanté calmado, con una cierta paz y con más ánimos para sacar el día. No tomé una sola foto ni armé largas conversaciones con nadie, tampoco salí a buscar la sección de merchandise; sólo me limité a entregarme por completo a la música y disfrutar esa comunicación inexplicable con un artista (y con las piernas hipnóticas de Emily, dicho sea de paso).
Saliendo caminé unos metros por la avenida hasta buscar el primer taxi disponible que me llevara a casa. Toda la experiencia en su conjunto causó un efecto curioso, como reencontrarse con esa parte perdida de uno mismo, hacer una pequeña conexión al pasado, abrir un baúl de los recuerdos que estaba empolvado y entender un poco más de cómo fue que llegamos hasta aquí, al punto donde estamos ahora y saber que vamos por buen camino, lo que sea que eso signifique y por más catastrófico que nos parezca.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Querer de todo y de nada


Llegué a un punto donde me detuve por un instante y me cuestioné a dónde iba y por qué estaba donde hoy.
Sufrimos un exceso de información y desinformación. Demasiados medios, demasiadas redes sociales, títulos engañosos, memes estúpidos, malas noticias, espejismos sociales, recetas mágicas y frustraciones autoinducidas.

Demasiadas explicaciones y expectativas.
Demasiadas indicaciones para ser feliz.

Y tan corta la vida.

Llegué a la conclusión de que no voy a salir a bailar si no quiero bailar.
No voy a beber si no quiero beber.
No escucharé la música que quieren que escuche.
No vine a cumplirle sus caprichos a nadie.

Voy a escuchar los nocturnos de Chopin o las partitas de Bach si las quiero escuchar.
Voy a escuchar La Casa Azul si quiero escuchar La Casa Azul.
Voy a escuchar a los Blood Brothers si quiero escuchar a los Blood Brothers. Aunque sea el mismo disco viejito de siempre.
Voy a repetir una canción una y otra vez si se me antoja.
Aborreceré la música de mis artistas favoritos para volver a abrazarla después de varias semanas de ausencia, de ser necesario.
Voy a componer la música que tenga que componer, no la que tú quieras escuchar.
Voy a escribir como me venga escribir, a twittear lo que quiera twittear, a compartir en las redes lo que yo quiera compartir. Con quien lo quiera compartir.
Voy a debatir lo que quiera debatir e ignorar lo que quiera ignorar.

Leí hace poco del Snapchat y de cómo viene ganando seguidores más que cualquier otra red recientemente. Acá en México parece que ese boom no nos ha llegado aún y está algo vacío, pero me di a la tarea de probarlo y me gustó ese esquema de ser algo temporal, sin likes ni comentarios, sin un contador que te diga cuántos amigos tienes tú y cuántos tu vecino.
Deja de poner tu fe en un número.
Deja de buscar la aprobación. Adopta sólo las modas que tú quieras para ti.

En silencio o haciendo ruido, me limitaré a enfocarme en lo que tenga que hacer.
Tengo una visión de quien quiero ser en tres años. Voy caminando para no tropezarme y aún así no se vive con la certeza de nada. Pero eso está bien.
Sólo sé que debo estudiar.
Sé que Maddevi tendrá un nuevo disco empezando el 2016. Después de eso no sé si HATR Project, si más Maddevi, si otro proyecto que se me ocurra.
Quiero hacer un montón de cosas pero hay que ir por una a la vez.
Así que seguiré haciendo lo que tenga que hacer, sin dar explicaciones. No te diré cómo tienes que hacer tu vida y si me atrevo a hacerlo, tienes completa libertad de no hacerme caso.

Y por amor a ustedes mismos y a los demás, dejen de decirle a los demás lo que tienen que hacer y lo que no tienen la capacidad de hacer.
Deja de quejarte de las selfies.
Deja de quejarte de que los demás comen carne.
Deja de quejarte de que los demás no se quejan como tú.
Deja de creerte más inteligente.
Deja de infundirle miedo a lo que no conoces.
Deja de reclamarle a la gente que no piensa como tú.

No te compares con nadie.
Si te aborrecen, que eso no te detenga, siempre habrá quien lo haga. Y también quien te ame.
Sé tú. Pero sé algo.
Tú decides hacia donde mirar.

Sin prisas ni fórmulas mágicas.
Sin expectativas ni presiones ajenas a las que sean tuyas.
Sin que tengas que esperar algo de mí. Ni siquiera del mundo.
Sin esperarte a que me quite la corbata o me borre los tatuajes.
Sin que te tenga que explicar lo que quiero y lo que no quiero. O si no sé lo que quiero.

Me gusta ser quien soy cuando estoy solo.
Me gusta quien soy cuando estoy con los míos.

Sólo así siento que estoy en armonía.

jueves, 6 de agosto de 2015

Movilidad de tercer mundo, tirándole a cuarto

Un tema que ha causado mucha efervescencia en los últimos días aquí en Guadalajara es el tironeo que se ha dado entre Uber y taxistas. Y como esto, señores, es el Internet, no puedo irme sin dejar constancia de que metí mi cucharota cuando nadie pidió mi opinión.

¿#UberSeQuedaGDL?

¡Claro! Soy un ciudadano y quiero tener una alternativa más para trasladarme. A pesar de apenas haberlo utilizado una sola vez, mi experiencia en un Uber X ha sido muy grata: sabes con anticipación quién te llevará (y sabes que es alguien que tuvo que aprobar ciertos exámenes para estar ahí), sabes cuánto te va a costar y vas en un automóvil cómodo y seguro. La contraparte todos la conocemos ya; también he sido víctima en más de una ocasión de taxistas que cobran arbitrariamente, alteran el taxímetro e infringen las normas de vialidad, exponiendo la seguridad de los pasajeros; todo sin posibilidad mínima de reclamo. ¿Han contado cuántos taxis se encuentran por la calle con las placas traseras despintadas intencionalmente?
Uber es un modelo que rompe con el paradigma tradicional de transporte público y como tal, está sufriendo naturalmente de la renuencia al cambio.
Mientras caminaba con mis amigos por la calle y platicábamos del tema, uno de ellos señaló las lámparas del alumbrado público y dijo: "Mira, es como esas cosas, no siempre estuvieron ahí. Antes de eso habían personas que se dedicaban a venir y encender los faroles todas las noches. ¿Y qué pasó con todos ellos? ¿Y sus trabajos?". Sucede que detener el avance significaría un sacrificio tan gordo que la sociedad jamás estaría dispuesta a pagar.

Cambió el mundo, cambian las reglas

A mi punto de vista, la postura que están tomando nuestras autoridades en este tema es retrógrada y sólo obedece a los intereses de una minoría de taxistas, quienes sólo han demostrado estar furiosos porque las cosas no se hacen como ellos quieren y cuando ellos quieren, llegando a extremos ridículos como el uso de la violencia, lo que sólo está logrando que la gente les siga perdiendo la poca confianza que les queda.
Dice el señor taxista que esto es competencia desleal y que con cuatrocientos pesos que tiene que pagar al día como renta de un Tsuru en malas condiciones, no le salen las cuentas. Con tales cuotas, posiblemente, el señor podría pagarse un coche nuevo y prestar su servicio de manera independiente.
El cambio es un concepto que nuestros actuales representantes parecen no querer comprender. No me gusta externar mis ideas en cuanto a política, pero si el partido en turno quiere vender la idea de que se ha renovado, deben ir más allá de ponerlo en un eslogan y un logotipo retocado; ya vimos cómo les dolió perder la alcaldía de los principales municipios de la entidad en las elecciones pasadas y parece no importarles seguir perdiendo la confianza de la gente a tres años de las estatales. Pero eso, es harina de otro costal.

"Pero por qué la insistencia en Uber, si los problemas de movilidad son otros"

Como en todo tema, no nos faltaron los camaradas con finta de subversivos e inteligentes refutando la lucha a favor de los taxis ejecutivos: "Uber no es de las mayorías, siempre has tenido otras alternativas para transportarte". Eso es cierto y yo mismo he dicho que si no fuera por la falta de infraestructura para ciclistas (la que existe ahora es insuficiente y una reverenda porquería), yo mismo iría todos los días a trabajar en bicicleta. ¡Con gusto!
Sin embargo, el hecho de que tengas un montón de problemas no significa que no puedas trabajar en solucionar el primero que tienes a la mano. La burbuja de Uber está estallando en este momento y por consiguiente debe ser aprovechada. Con la misma energía habrá que exigir mejorar las condiciones del transporte público, vialidades aptas para ciclistas y un reglamento que los incluya a ellos y a los peatones.

Pero es que la gente, es que el elitismo, es que no todos tienen smartphone, es que no todos pueden competir. Y es que yo pienso que debe haber coexistencia. El panorama ideal sería trabajar una regulación para los dos tipos de transporte, cosa que en esta ciudad pareciera tan remota como mismísimo el país de las maravillas.

miércoles, 24 de junio de 2015

Buscando tu vena artística

Cuando tuve la oportunidad de pisar la Gran Manzana me encontré un librito sobre creatividad titulado Steal Like An Artist, un best seller del New York Times del cuál jamás había oído hablar y que, después de darle una hojeada, me convenció y terminé por llevarlo en mi canasta de compras.
Austin Kleon, autor del libro, habla entre otras cosas de encontrar tu "vena artística" a través de los personajes que te han influenciado para realizar tu trabajo (artístico o no artístico). Estudiar por completo a estas grandes influencias es un mejor método que ahogarte en un océano de información cuando intentas comprender su género por completo.
Sin profundizar mucho en los detalles, en alguna parte Kleon recomienda como práctica poner un retrato de tus influencias en tu lugar de trabajo. Palabras más o palabras menos, "son como fantasmas empujando", te respaldan e inspiran tu trabajo y los verás ahí cuando gires tu silla ocasionalmente.
Llevándolo a la práctica, he intentado trazar el árbol de mis influencias personales y puede ser difícil elegir a esos personajes sin sentir que estás discriminando a más de alguno, y en medio de este proceso me encontré este póster de Patti Smith, que si bien no soy un fan declarado y empedernido de su música, me encantó la visión que siempre conservó para ser artista: un ejemplo de perseverancia y el hambre insaciable tan característica de llegar cada vez a más.


Esta imagen desde ahora formará parte de mi estudio y es como un recordatorio de que el primero en creer en tu trabajo eres tú, y que no debes conformarte con lo que logras porque como dice Kleon: si te das cuenta de que eres la persona más talentosa en la habitación, es porque necesitas cambiar de habitación.