miércoles, 7 de octubre de 2009

Solo me dieron ganas de venir a contarlo

Me acordé de ti hace un momento entre quehaceres diarios y otras prisas. Seguro conoces esos momentos repentinos y estridentes, cuando la angustia se te inyecta por el cuello, bajando por los brazos y el pecho, cuando las entrañas se retuercen al expulsar parte de tu alma en forma de una quebrantable muestra de aliento, con el frío que susurra y nos recuerda los viejos tiempos.
Apareces de pronto y saludas al aire, y yo comienzo a recordarte; quisiera decirte de esa carta que jamás fue leída o cantarte esa melodía que nadie escuchó, tal vez hasta estas palabras que pasarán desapercibidas y del como por ratos siento que sigo ahogado un juego, un juego que en realidad no sé si alguna vez existió y del que no puedo evadir la derrota sin importar las alternativas.
A veces te me olvidas porque me cubro con la rutina, pero el tiempo me carcome sin darme cuenta como si fuera un parásito que cargo en la espina; haciéndome viejo y soñando con más fantasías, un fragmento del relato de cómo aún por ratos percibo a tu fantasma, sentado y callado junto a mi cama por las noches más largas y frías.
Es cuando quisiera decir..., pero en fin, estoy cansado y solo me dieron ganas de venir a contarlo.

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