miércoles, 25 de agosto de 2010

Si las matemáticas no son lo suyo...

Fotografía: Mister Awesome @ FlickrAhora en una charla he recordado una anécdota que aconteció cuando estudiaba en la escuela de ingeniería, primer semestre en clase de precálculo hace unos años. Advierto que la siguiente historia pudiera no causarle la mínima gracia si las matemáticas nunca fueron lo suyo, cuestión altamente respetable y que por otra parte, no es un chiste reservado para ganadores del Premio Nobel.
Era entonces cuando la mayoría, me incluyo, sufríamos con esas clases de precálculo que sin embargo eran indispensables y de lo más básico para todas las carreras de ingeniería, para colmo a veces con profesores altamente egocéntricos que se sentían engendro directo de Dios amo y único creador.
El profe nos dejaba series de ejercicios para practicar en casa, después en la clase nos preguntaba si habíamos tenido dificultades con alguna ecuación para entonces resolverla y darnos el ejemplo de cómo se hacía.
Entonces una compañerita levanta la mano para pedir ayuda con su problema y el maestro se dispone a escribirlo en el pintarrón:
Maestro: Bien, díctame la ecuación.
Alumna: Al cubo.
Maestro: (!?) ...¿cómo dices?
Alumna: Al cubo.
Maestro: ... ¿pero qué cosa va al cubo?
Alumna: No, así nada más... ¡al cubo!
Maestro: No entiendo, ¿qué vamos a elevar al cubo?
Alumna: Nada, así nada más escriba un 3 chiquito, arriba.
El maestro y los alumnos se miran entre sí extrañados, sin entender.
Maestro: Bueno, vamos a hacerle caso.
Y con el marcador escribe un número tres pequeñito en el pintarrón.
Maestro: ¿Y qué más?
Alumna: Raíz cuadrada.
Maestro: (!)
Los alumnos sueltan la carcajada, era una raíz cúbica que la chica no identificaba, ella vió al-cubo-raíz-cuadrada y fue suficiente para confundirla y trabarle la tarea. Acto seguido, el profe se indignó y le puso una buena regañada, nos condenó con su frase de "Si las matemáticas no son lo suyo, dedíquense a otra cosa y no se vengan a estudiar ingeniería". Cabe mencionar que la chica solo aguantó un semestre más, después abandonó el barco.
Y aunque yo también abandoné esa misión más tarde para cambiarme a otra licenciatura, la anécdota la recuerdo como algo gracioso y de paso con una lección algo cruda e importante. Dedíquese a lo suyo, a lo que le guste y se le dé bien por hacer, no le siga la corriente a nadie, solo así se evitará muchos dolores de cabeza y será feliz el resto de sus días.

2 comentarios:

magnolexandro dijo...

Bueeeeno! La chica debió haberse sentido muy mal después del cague que le puso su maestro, gracias a ese tipo de escenarios a los alumnos les apena preguntar al maestro sus dudas, porque piensan que son idiotas y todos se burlarían, en este caso, fué un problema de apreciación de la chava, si yo fuera el maestro hasta ternura me habría dado, pues no cualquiera se anima a preguntar. ¿Cómo se llama ese maestro para ponerle un cague personalmente?

juanelrobot dijo...

La historia fue con Uribe, dicho sea de paso. Y dicen que me fue barato, jaja.