lunes, 23 de junio de 2008

Les parapluies de Cherbourg

El buen Motta me recomendó hace unos días esta película que al parecer conoció gracias al tema de la película que escuchó en versión instrumental por el radio hace unos días. Ahora bien, sin investigar nada al respecto me decidí a conseguirla y la noche de hoy me dediqué a verla.
La imagen de la película tan vintage siempre atrajo mi atención y me dió una idea de lo que iba a ver, así felizmente me dispuse a ver un buen filme cuando pasan los créditos y la escena de introducción situada en las calles francesas de los años 50's. Aquí es donde me llevo una gran decepción: el actor comienza su diálogo (una línea cualquiera, irrelevante en la trama) cantando; otra persona le responde igual y es cuando casi me levanto de la silla gritando aterrorizado.
Sí, señor... se trata de un musical, y con lo que me encanta ese género cinematográfico me temía que todo estuviera perdido y mis esperanzas de ver un filme que valiera la pena se comenzaban a desvanecer. Seguí viendo la película a pesar de que TODOS los diálogos son una canción, con el fin de ver si aún así valía la pena; pero esta decepción se acentuó enseguida cuando comencé a empalagarme de romance excesivo. Alerta: obra romántica musical.
Sin embargo no me detuve y terminé por verla completa. ¿Y por qué? Porque a pesar de todo no dejó de transportarme a esos viejos escenarios, buena actuación y sobre todo excelente música; por ahí aparecía un delicioso tango, un exquisito jazz o una melodía triste que se ajustaba a la triste voz francesa de los cantantes.

Veredicto final: recomendada para aquellos románticos que se quieran endulzar el rato; en caso contrario absténganse. No es mala película pero tampoco logró curar mi escepticismo por los musicales. Y yo me pondré a buscar el soundtrack.

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